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Cuidado con los cisnes negros
hace 5 años - lunes, 25 de septiembre de 2017
Aunque se suelen ignorar aquellos acontecimientos altamente improbables, su influencia puede ser decisiva. La prudencia es buena consejera.
Si hiciera usted un ejercicio de retrospección sobre su propia vida, muy probablemente llegará a la conclusión de que la mayoría de los acontecimientos que de forma más decisiva han marcado su situación actual no fueron programados, sino fruto del azar al coincidir diversos factores en el espacio y el tiempo. Sus amistades, su pareja, el lugar donde vive, donde trabaja… podrían ser algunos ejemplos. Damos muy poca atención a sucesos tan trascendentales como el cambio climático, pero en cambio derrochamos energía analizando ingentes cantidades de información para controlar cada detalle y arañar unas décimas más de rendimiento al invertir en tal o cual producto… y mientras estamos ocupados en ello de repente llega un tornado y se lleva el coche, la casa y todos los ahorros de una vida. ¿A qué se debe esa falta de conciencia sobre el poder de lo aleatorio?
El financiero de origen libanés Nassim Taleb, autor del libro “El cisne negro: el impacto de lo altamente improbable”, atribuye esta ceguera del ser humano al hecho de que nos resulta aterrador pensar que nuestro destino depende de los caprichosos designios del azar, y que preferimos hacernos la ilusión de pensar que realmente controlamos y podemos anticipar todo lo que nos va a suceder. Cuando ocurre el imprevisto que lo cambia todo radicalmente para bien o para mal – el Cisne Negro, según la teoría de Taleb – necesitamos encontrar una explicación que le dé sentido y coherencia a lo ocurrido y nos centramos, a toro pasado, sólo en la parte de la información que podría explicarlo, dejando a un lado el resto de evidencias. Parece claro que no estamos suficientemente capacitados para enfrentarnos a la incertidumbre: quizá porque nunca antes se ha dado un evento, otorgamos a éste una probabilidad cercana a cero de que ocurra, desechándola de manera inconsciente.
No queremos, ni mucho menos, que piense que planificar no sirve para nada. Justo al contrario. Precisamente hay que estar bien preparado por si algún día, al salir a la calle, se encuentra usted un cisne negro con cara de pocos amigos.
Nosotros no podemos saber si Kim Jong Un cumplirá su promesa de lanzar sus misiles atómicos sobre Japón, o si es Trump el que más fantasea con apretar el botón rojo. Tampoco tenemos una bola de cristal para saber si la situación en Cataluña seguirá enconándose y en qué medida ello afectará a la prima de riesgo española y al valor de sus obligaciones. Sí que se puede intuir, sin embargo, que la deriva de los acontecimientos puede generar cierta volatilidad en los próximos días. Por ello, si no le gustan los altibajos lo mejor es que sea prudente, diversifique y, especialmente con sus obligaciones, recoja parte de los beneficios, como hemos hecho nosotros esta semana en nuestras carteras globales.