- Sala de prensa
- ¡Y el Brexit llegó!
Noticias
Posiciones editoriales
¡Y el Brexit llegó!
hace 6 años - lunes, 27 de junio de 2016
¿Y tras el voto en favor de la salida del Reino Unido de la Unión Europea, qué?
El resultado del referéndum del pasado 23 de junio supuso una conmoción no sólo para los inversores, sino también para los políticos y el conjunto de los ciudadanos de la Unión Europea (UE). Los primeros reaccionaron inmediatamente y los mercados financieros vivieron un viernes negro. Metiendo todas en el mismo saco, las acciones sufrieron un castigo generalizado. La mayoría de monedas se depreciaron en favor de las tradicionales divisas refugio, el dólar y el yen. Aparecieron tensiones en el mercado de deuda. El petróleo caía, mientras el precio del oro repuntaba, como si la economía mundial estuviera a las puertas de una recesión.
Las reacciones del ámbito político han carecido asimismo de un mínimo de discernimiento. El silencio ensordecedor de algunos y las declaraciones mordaces de altos responsables pretendiendo tratar a Londres como un paria han traicionado claramente la desazón que invade a la mayoría de dirigentes europeos. Divididos entre incredulidad, satisfacción e indiferencia, el sentimiento de los europeos tampoco refleja una gran serenidad frente a la salida anunciada del Reino Unido de la Unión Europea.
Esta situación nos sorprende. Al igual que los sondeos, inversores y la mayoría de dirigentes políticos, nosotros tampoco esperábamos una victoria del Brexit. Pero esto no quita para que estuviéramos preparados. Hace ya cuatro décadas que el Reino Unido está presente como el eslabón débil de la Unión Europea, con un pie dentro y otro fuera, con un ojo mirando al viejo continente y el otro a EE.UU. Que Londres quiera tomar distancia con Bruselas no es ninguna sorpresa. Pero dejarse arrastrar por el pánico cuando anuncia su intención de hacerlo no es desde luego la mejor respuesta.
No hay ninguna duda de que el resultado del 23 de junio tendrá consecuencias económicas negativas para el Reino Unido, pero también para la UE. Ahora bien, la amplitud de estas consecuencias dependerá precisamente de la respuesta política. En Londres y en Bruselas, los políticos tendrán que ponerse a trabajar para llevar a cabo esa separación decidida por los electores. Y como ocurre en cada divorcio, el interés de las dos partes será el de negociar en un clima sereno antes que buscar la confrontación. Pretender castigar al Reino Unido para disuadir con ello a otros candidatos que quieran marcharse no reforzará la Unión Europea. Al contrario, acentuará las divisiones internas. Los dirigentes europeos deben superar el rencor y la animadversión que experimentan algunos de ellos para encontrar el mejor compromiso posible. Es la única solución para tranquilizar a los agentes económicos, dejar atrás esta crisis y preservar la frágil salud económica del viejo continente.
También puede interesarle :