Los socios que demandaron al Consejo de Iberdrola están de enhorabuena. Veamos por qué.
Hoy les traemos una buena noticia, en la que David vuelve a ganar a Goliat. Sin ser la primera vez, los pequeños accionistas tenían que plantarse y decir ¡basta! En febrero de 2012 un grupo de socios de OCU y accionistas de Iberdrola alzaron la voz para decir que no querían seguir tragando con más ampliaciones de capital relámpago, vendidas en exclusiva y a un precio de ganga a un grupo de inversores institucionales en las que a los pequeños se les privaba de su derecho de suscripción preferente. Estos derechos de suscripción, que en justa medida les corresponden a todos los accionistas, sean grandes o pequeños, les hubiesen permitido bien acceder a la ampliación en las mismas condiciones que ese selecto grupo de inversores, bien compensarles de la dilución de sus acciones vendiendo dichos derechos en Bolsa si no deseaban acudir a la ampliación.
Desde la compañía han intentado por todos los medios posibles que el asunto no llegase a los tribunales. Primero, incluso antes de presentar la demanda, Después, con un intento fallido de cambio de Juzgado. Y finalmente a través de AXA, compañía que responde por la responsabilidad civil de los administradores y directivos del grupo Iberdrola, que ha consignado en los juzgados los 22.897 euros que solicitaban como quebranto estos 166 demandantes junto a otros 2.679 euros en concepto de intereses legales. Así los pequeños accionistas han vencido por huida del enemigo.
La victoria es clara, pero nos queda un regusto agridulce. Por un lado, aquellos accionistas de Iberdrola que plantaron cara al gigante recibirán la compensación abonada de 25.577 euros que se distribuirá entre los 166 demandantes en función de las acciones con las que acudieron al proceso. Pero por otro nos molesta que no se haya declarado expresamente la responsabilidad de los administradores y que no llegue al resto de accionistas que no fueron de la mano de la OCU en este proceso y sobre todo que sea la compañía aseguradora la que apechugue con el quebranto. Una vez más, los Consejeros de una gran compañía se van de rositas, algo que se está convirtiendo en una fea costumbre en este país.
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