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¿OPV de Aena? Sí, pero con tino
hace 8 años - martes, 3 de febrero de 2015
Se están alineando los planetas, la demanda está siendo espectacular, los balances son saneados, un caramelo… Estas son algunas de las expresiones que, referidas a la OPV de Aena, nos han asaltado estos días. Informaciones de este tipo, a menudo provenientes de los propios colocadores o de los “palmeros” que les acompañan, han conseguido que cale en el imaginario colectivo la sensación de que las OPV (Ofertas Públicas de Venta) son una oportunidad rápida y segura para ganar dinero fácil.
Pero una OPV es eso, una oferta de venta. El vendedor trata de sacar la mayor cantidad de dinero posible y los colocadores, que no se quedan mancos en comisiones – ya que se llevarán por su labor unos 18 millones de euros –, que se coloque íntegramente a ese precio, sea cual sea, y si es posible con sobredemanda. Por ello debemos volver a advertirle, como hicimos p.ej. en junio de 2011 en el caso de la infausta OPV de Bankia, que una OPV no es garantía de ganar nada, y que sí, se puede perder dinero.
Bien es cierto que si en el caso de la OPV de Bankia todo olía muy mal ya antes de lanzarse, con esta OPV el “feeling” es diferente. Dadas las perspectivas para el sector aéreo y turístico de las que bebe, la banda de precios propuesta para Aena nos parece correcta (vea el artículo Despega Aena). Por ello, y siempre que se coloque dentro de dichas bandas, mejor si es rozando la parte baja que si termina rozando la parte alta, puede ser una ocasión para sacar unos euros.
Entonces ¿Aena es una buena inversión? Con una visión de largo plazo habrá que ver a qué precio termina estabilizándose en Bolsa, pero no son pocos los claroscuros que presenta la compañía. Tras la OPV Aena seguirá controlada por el Estado y como tal, sujeta al poder político, cuyos intereses no siempre coincidirán con los de los accionistas. Así, por ejemplo, las tarifas aeroportuarias estarán congeladas al menos hasta 2025. En segundo lugar, los ingresos de la compañía son muy dependientes del aeropuerto madrileño Adolfo Suárez y el barcelonés el Prat. Cierto que no ocurrirá de la noche a la mañana, pero, ¿qué pasaría si por ejemplo, y a semejanza de otras grandes ciudades europeas, se construyera un segundo aeropuerto en cualquiera de las dos ciudades que rompiera el monopolio de Aena? El descalabro en las cuentas sería de libro.
¿Acudir entonces? Sí, pero con mucho tino. Es decir, no infle la cuantía de sus peticiones, hágalas por el mínimo. Y una vez comiencen a cotizar despréndase de ellas, sabiendo que aunque lo más probable es que materialice las ganancias debidas al primer tirón bursátil, también puede terminar materializando pérdidas.
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