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Reforma Fiscal II
hace 9 años - lunes, 30 de junio de 2014
El texto del anteproyecto de ley de reforma fiscal ha deparado algunas sorpresas. ¿Cómo puede afectarle a su bolsillo?
Tras ver la luz el texto del anteproyecto de ley de la reforma fiscal, descubrimos con sorpresa unas cuantas píldoras envenenadas para el ahorrador que se le “olvidó” mencionar al Ministro de Hacienda en su comparecencia inicial. Si finalmente son aprobadas según la redacción actual, en lugar de que todo el mundo pague menos impuestos por las ganancias y rentas de sus ahorros, muchos pequeños inversores tendrán que rascarse el bolsillo.
¿Cómo es posible? Porque desaparece la exención de los 1.500 primeros euros por declaración cobrados como dividendos. Un tremendo mazazo para aquellos hogares que hasta ahora aprovechaban al máximo tal exención – presentando dos declaraciones – y que les supondrá pagar al Fisco hasta 720 euros más al año. Hay quien pudiera pensar que con esta medida se fomenta la sustitución del pago de dividendos por las entregas de acciones gratuitas, que siguen sin tener ninguna repercusión fiscal. Sin embargo, el próximo año la venta de derechos sí tendrá que pasar por la ventanilla de Hacienda, como si fuera un dividendo, en lugar de retrasarse hasta el momento de venta de las acciones que los generaron, desapareciendo dicha ventaja actual.
Contrariamente a lo que dijimos hace una semana, las ganancias y pérdidas se homogeneizan, sin distinguir su plazo de generación. Es decir, las ganancias y pérdidas podrán ser compensadas entre sí y todas tributarán en la base del ahorro al 20, 22 o 24%, frente al tipo marginal al que tributaban las ganancias de menos de un año. ¡Buena noticia pues para los especuladores que invierten a más corto plazo! Pero no tan buena para aquellos inversores, más conservadores, que invierten a largo y que pierden ahora la posibilidad de compensar las pérdidas generadas en menos de un año con hasta el 10% de los ingresos de los que tributan al tipo marginal. Desaparece pues la opción de invertir a largo y aflorar eventuales pérdidas en los primeros meses, reduciendo así la factura fiscal.
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