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¡Y no nos iba a costar nada!
hace 10 años - jueves, 12 de septiembre de 2013En España existe una extraña y malsana connivencia entre el poder político, sea del color que toque en ese momento, y el financiero. Por ello, la banca, y especialmente, las cajas de ahorro (lo más parecido a la banca pública que existe por aquí), recurrieron enseguida a papá Estado cuando empezó a ser evidente que en lugar de vestir suntuosos ropajes como presumían andaban prácticamente desnudas.
La respuesta política no nos sorprendió. A pesar de que el dinero que los ahorradores les habían confiado había desapa-recido, quedaron a tomar chocolate con picatostes y, sin ni siquiera recibir un tirón de orejas por haber sido traviesos y provocar un agujero de proporciones ciclópeas, se les organizó un rescate a medida. A su medida, claro está, no a la de los ciudadanos. Sin embargo, de cara a la galería, el mensaje transmitido desde el poder fue alto y claro: el rescate era una ayuda temporal que las entidades devolverían y que no iba a suponer coste alguno a las arcas públicas.
Algo sorprendente. Hasta el momento, no se ha producido en ningún lugar del Mundo un rescate bancario o puesta en marcha de un banco malo en el que la mayor parte de su peso no acabase recayendo sobre las espaldas de los contribuyentes. Pero, ¿quién sabe? Quizás pensaban poner a trabajar en ello a grandes talentos que desde la profesionalidad y la independencia lo conseguirían. Lamentablemente, este no ha sido el caso. Por lo visto, andamos escasos de genios por los pasillos de los ministerios.
Ahora ya sabemos que, por el momento, el monto acumulado de ayudas en el rescate a la banca española se encuentra cercano a los 70.000 millones de euros, una bagatela de unos 7.000 euros por hogar español. Pero, como nos temíamos, no va a salir gratis a los ciudadanos. Las primeras estimaciones apuntan a que tan solo el 30% de dicha cantidad será recupe-rada. Así, amén de aquellos que personalmente han tenido que apechugar con las pérdidas provocadas por preferentes u acciones bancarias, nos tocará apechugar a todos otra vez vía impuestos.
Todo sea por salvar la banca. Esa que se porta tan bien que acaba de ser condenada de nuevo por sus cláusulas abusivas en una sentencia histórica en la que OCU ha conseguido desmontar los argumentos del BBVA y el Popular en 11 cláusulas más. En total son ya 45 las cláusulas de distintas entidades que OCU ha conseguido derribar en los tribunales (vea aquí más detalles). Esa banca que, como hemos vuelto a comprobar,a la hora de aconsejar a sus clientes mira más a su ombligo que a la cara del ciudadano (vea aquí más detalles). Esa misma banca de la que apenas un puñado de sus gestores se está batiendo el cobre en los tribunales y no para pagar sus desmanes sino para devolver, o no, lo que presuntamente se han llevado irregularmente. Esa que es tratada con mimo por el regulador y en lugar de aconsejarle reducir los salarios desorbitados aconseja limitar la retribución a los clientes. Esa a la que le hacía más falta una reforma en profundidad en sus usos y actuaciones que un rescate. Dicho queda.