- Sala de prensa
- Egoísmo bancario
Noticias
Posiciones editoriales
Egoísmo bancario
hace 10 años - lunes, 4 de junio de 2012
A lo largo de los últimos años, las entidades financieras se han olvidado de sus clientes... y éste ha sido el resultado.
Si nos pusiéramos a hablar de los problemas que amenazan a bancos y cajas españoles, puede que nos quedáramos sin espacio en este editorial: elevada exposición al ‘ladrillo’, infravaloración de los riesgos, falta de credibilidad… Pero hoy nos queremos detener en uno del que no muchas veces se habla: su egocentrismo. Sí, las entidades han cometido el grave error mirarse demasiado al ombligo y olvidarse del cliente. Es más, no sólo se han olvidado, sino que ni siquiera se han preocupado de los posibles perjuicios que le pudieran causar. Y es que la prioridad, desde hace demasiado tiempo, era otra bien distinta: crecer, dar un esplendor efímero a sus cuentas de resultados (que muchas veces ocultaban la realidad) y engordar las retribuciones de sus gestores… y no precisamente por la excelencia de su labor.
Por desgracia, en estos años de crisis no nos han faltado muestras de esta actitud. Las comisiones, por ejemplo, por hacer transferencias o por sacar dinero de un cajero han subido como la espuma. Y, para colmo de males, el Banco de España (que, se supone, debería velar por los intereses de los particulares) ha aprobado una nueva norma por la que bancos y cajas ya no tendrán que publicar el importe máximo que cobrarán por estos servicios. ¡Todo un chollo, oiga!
En la búsqueda de esas muestras de “egoísmo bancario” también nos hemos topado con productos complejos, altamente peligrosos para el inversor y con una rentabilidad que dejaba bastante que desear. Nos referimos, por ejemplo, a las participaciones preferentes o a los depósitos estructurados, alternativas de inversión de las que ya habíamos alertado en numerosas ocasiones. Pese a ello, han sido muchos los que – dejándose llevar por lo que les recomendaba su banco “de toda la vida”, o por lo que había leído/oído “por ahí…” – sucumbieron a productos que sólo estaban pensados para lograr el máximo beneficio para la entidad. ¿Que el cliente no tenían los conocimientos suficientes para operar con ellos? ¿Que nada tenían que ver con su perfil de inversor? Eso daba igual. Para bancos y cajas, parece que el fin justificaba los medios.
Ejemplos como éstos, además de avivar nuestra indignación, no hacen sino animarnos a seguir trabajando aún más duro para tratar de proteger sus derechos. La prevención y el consejo independiente son el arma más importante con la que puede contar el pequeño inversor, mientras nadie ponga freno al “todo vale” del sector financiero.
Por desgracia, en estos años de crisis no nos han faltado muestras de esta actitud. Las comisiones, por ejemplo, por hacer transferencias o por sacar dinero de un cajero han subido como la espuma. Y, para colmo de males, el Banco de España (que, se supone, debería velar por los intereses de los particulares) ha aprobado una nueva norma por la que bancos y cajas ya no tendrán que publicar el importe máximo que cobrarán por estos servicios. ¡Todo un chollo, oiga!
En la búsqueda de esas muestras de “egoísmo bancario” también nos hemos topado con productos complejos, altamente peligrosos para el inversor y con una rentabilidad que dejaba bastante que desear. Nos referimos, por ejemplo, a las participaciones preferentes o a los depósitos estructurados, alternativas de inversión de las que ya habíamos alertado en numerosas ocasiones. Pese a ello, han sido muchos los que – dejándose llevar por lo que les recomendaba su banco “de toda la vida”, o por lo que había leído/oído “por ahí…” – sucumbieron a productos que sólo estaban pensados para lograr el máximo beneficio para la entidad. ¿Que el cliente no tenían los conocimientos suficientes para operar con ellos? ¿Que nada tenían que ver con su perfil de inversor? Eso daba igual. Para bancos y cajas, parece que el fin justificaba los medios.
Ejemplos como éstos, además de avivar nuestra indignación, no hacen sino animarnos a seguir trabajando aún más duro para tratar de proteger sus derechos. La prevención y el consejo independiente son el arma más importante con la que puede contar el pequeño inversor, mientras nadie ponga freno al “todo vale” del sector financiero.