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Tiempos de prudencia
hace 11 años - martes, 13 de marzo de 2012
Ante el actual contexto de incertidumbre, decidimos cambiar nuestra cartera global y primar (temporalmente) la preservación del capital.
Nos hemos acostumbrado a vivir en una atmósfera de incertidumbre que, en lugar de ir a mejor – o de quedarse, al menos, igual – no hace más que empeorar. Si echamos un vistazo a los datos “macro”, nos encontramos con un baile de cifras que no hace sino complicar la existencia a los inversores. En lo que respecta al déficit, se ha pasado de una previsión del 6% ofrecida por el anterior Gobierno, a una cifra superior al 8% estimada por el actual, que después se ha concretado en un 8,51%. Pero si nos vamos a otras magnitudes, como el crecimiento para 2012, las quinielas también han sido bastante dispares: tenemos previsiones que van desde el -1,5% del Banco de España, hasta el -1,7% del Fondo Monetario Internacional, pasando por el -1% de la Comisión Europea. Al menos, nos queda el triste consuelo de saber que todos coinciden en que España se enfrenta este año a una dura recesión. Y por si estos ingredientes fueran pocos para alimentar el pesimismo, las Comunidades Autónomas han aportado su particular granito de arena al empeoramiento de la situación. Además de ser señaladas por el propio Ejecutivo central como las principales culpables de la desviación del déficit en 2011, las agencias de rating no hacen más que “sonrojarlas” a golpe de rebaja de calificación, situándolas incluso en niveles de “bono basura”, como ha sucedido con la Comunidad Valenciana. Ya saben que nunca damos crédito a las evaluaciones que realizan estas compañías, pero no podemos ignorar que sus decisiones afectan (y mucho) a la imagen de nuestro país.
Con este panorama, hemos decidido replantear nuestra estrategia. Ahora, más que nunca, hay que extremar la prudencia. Por ello,hemos cambiado la distribución de nuestra cartera global siguiendo dos premisas: reducir el peso de las acciones en favor de la renta fija y salir de España en busca de países más solventes. Nuestro objetivo es centrarnos en preservar el capital, dejando temporalmente de lado el de conseguir altos rendimientos. Los cambios no son santo de nuestra devoción, pero no nos queda más remedio que hacerlos si queremos mantener nuestro objetivo de siempre: lograr, incluso en el peor de los casos, la inflación en el plazo señalado (el 2% anual). Según nuestros cálculos, la nueva distribución le permitirá obtener de media en torno al 5,5% anual en el largo plazo, aunque temporalmente el rendimiento pueda ser menor. Si cree que somos demasiado conservadores, siempre puede mantener la distribución anterior. Ahora bien, no olvide que los riesgos ahora son mucho mayores que antes.