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Empacho de austeridad
hace 11 años - lunes, 27 de febrero de 2012
Aunque algunos no quieran darse cuenta, no basta con contener el gasto público para que Europa salga del atolladero.
Mentir, en Grecia, tenía un precio. Según la mitología helena, cuando se descubría que alguien mentía, la falta se saldaba construyendo una estatua en honor a Zeus. Incluso llegó a construirse una tan grande y hermosa que entró a formar parte de las Siete Maravillas del Mundo. Si aquella norma siguiera hoy vigente, a nadie le extrañaría que volviera a construirse una escultura como aquella, o incluso mayor.
El agujero griego parece no tener fin. Casi coincidiendo con la aprobación de su segundo rescate (de 130.000 millones de euros), la troika (BCE, CE y FMI) ha descubierto que la situación del país es aún peor de lo que parecía. Además del retraso en la aplicación de las reformas, el ritmo de su economía es desolador: en 2011 se contrajo un 6,8% y acumuló un déficit que supera el 9%. Y es que, pese a las medidas de austeridad, Grecia sigue teniendo un problema: el de sus ingresos, que se han reducido a la mínima expresión. Precisamente, el temor a que se reproduzca esta imagen – recorte de gastos, descenso de ingresos…- podría haber llevado a varios Estados comunitarios a frimar una carta en la que piden medidas en favor del crecimiento y el empleo. La misiva, firmada por países como España o Reino Unido y donde no figuran ni Alemania ni Francia, llama la atención sobre un problema del que nosotros ya habíamos advertido: un excesivo recorte del gasto público puede provocar una (peligrosa) caída de los ingresos.
En este sentido, España no lleva un buen camino. Los últimos datos sobre el crecimiento económico anuncian que estamos al borde de la recesión, pese a que la economía creció un 0,7% en 2011 gracias al sector exterior, porque ni el consumo, ni la inversión, ni el gasto público aumentaron. Y la cosa irá a más: con una elevada tasa de paro y una menor renta disponible, el consumo irá a menos. Y mientras, el gasto público y la inversión parece que seguirán sufriendo duros recortes. ¿Y qué nos queda? Un sector exterior que tiene como principal cliente a la Unión Europea, donde las cosas tampoco van mucho mejor.
A los que firmaban esa carta no les faltaba razón. No basta con contener el gasto, aunque algunos parece que no quieren darse cuenta. Con este panorama, no nos queda otra que recomendarle nuestra receta de siempre: prudencia y diversificación fuera de nuestras fronteras.