- Sala de prensa
- Los gestores, culpables
Noticias
Posiciones editoriales
Los gestores, culpables
hace 11 años - lunes, 9 de enero de 2012
¿No debería condenarse la mala praxis de aquellos que se venden como "excelentes" gestores, pero terminan llevan a la quiebra a una compañía?
Dice el refrán que el hombre es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra. Y la crisis nos ha enseñado que, cuando llegan las dificultades, este dicho popular se repite todavía con más frecuencia. ¿Se acuerda del caso Enron? La compañía – una de las más importantes de Estados Unidos a finales de los noventa – se declaró en bancarrota hace una década, tras conocerse que la mayoría de sus ganancias eran fruto de los negocios ficticios que realizaba con sus filiales. Sus tejemanejes se mantuvieron ocultos gracias a una arquitectura contable que maquillaba las enormes pérdidas que, en realidad tenía.
Ahora, viajemos en el tiempo. España, año 2012: el nuevo ministro de Economía pone sobre la mesa la necesidad de sanear cerca de 50.000 millones de euros del sector financiero, el mismo que – hasta hace no mucho – había sido calificado como uno de los más solventes del mundo por fuentes gubernamentales. Les suena la historia, ¿verdad? En ambos casos, la protagonista ha sido la misma: la “contabilidad creativa”, es decir, las artimañas que utilizan las compañías para manipular y tergiversar la información en su propio beneficio.
Lo más sorprendente de ambos casos es que los que han sufrido estos abusos son los únicos que, al final, acaban pagando por ellos. Por ejemplo, los accionistas de las entidades financieras cotizadas han visto perder entre la mitad y el 95% de su dinero (del valor de sus acciones) en los últimos tres años. Y por el lado de lo público (es decir, de las cajas de ahorros), hemos acabado “pagando el pato” entre todos, con especial perjuicio para algunos que ni se lo esperaban, como los cuotapartícipes de la CAM, que han perdido todo lo invertido.
¿Y quiénes se han ido de rositas? Los auditores y, sobre todo, los gestores de las compañías, los principales culpables de todo este desaguisado. Precisamente, son ellos quienes más se han beneficiado del “maquillaje” de las cuentas y quienes siguen cobrando sueldos estratosféricos por su “excelente” gestión, mientras sus empresas quiebran. Por eso, volvemos a pedir sean juzgados ante situaciones de este tipo y que, en caso de apreciarse una actitud fraudulenta, paguen por ello. Incluso, aunque no haya fraude, su ineptitud debería justificar que quedaran inhabilitados de forma perpetua para ejercer cualquier cargo y que devolvieran lo cobrado. ¿O acaso no es condenable que uno se venda como un buen gestor, cuando en realidad es un petardo?