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Regalos envenenados
hace 11 años - lunes, 19 de diciembre de 2011
No se deje llevar por la tentación. Le contamos por qué los planes de pensiones no son tan atractivos como los pintan.
Dinero en efectivo, televisiones de plasma, tabletas digitales, bicicletas, vajillas, reproductores de MP3… No, la lista que acaba de leer no forma parte de nuestra carta a los Reyes Magos, ni de lo que pensamos comprar si nos toca la lotería de Navidad. Estos “caprichitos” son sólo alguno de los ganchos que ofrecen bancos y cajas para aquellos que decidan contratar o hacer nuevas aportaciones a sus planes de pensiones. Tentadores, ¿verdad? Pues más vale que se ande con ojo. Ante una oferta sospechosamente atractiva de un banco o una caja, trate de extremar las precauciones porque nadie da duros a pesetas. Y, precisamente, eso es lo que ocurre con estos regalos “envenenados”.
Si se detiene a analizar la situación, se dará cuenta de que no hay motivo para contratar ni realizar nuevas aportaciones a planes de pensiones. En primer lugar, su fiscalidad no es tan ventajosa como le quieren hacer creer. Cierto es que depositar dinero en su plan le permitirá ahorrar en su próxima declaración de la renta. Sin embargo, lo que tendrá que pagar el día que decida rescatarlo borrará de golpe y porrazo todas las alegrías fiscales que tuvo en el pasado.
Además, tendrá que tener en cuenta las comisiones que le tocará pagar cada año, excesivamente elevadas si las comparamos con las de fondos de inversión de la misma categoría. Eso provoca que el rendimiento medio de estos productos (0,8% anual en los últimos 10 años) deje mucho que desear. De hecho, es muy probable que, llegado el día de su jubilación, tras el paso por el fisco recupere menos dinero del que había aportado.
Con este panorama, el mejor regalo que nosotros podemos hacerle esta Navidad es aconsejarle que se olvide de estos productos, salvo que vaya a traspasar el dinero que ya tenga invertido en un plan de pensiones a otro que se adapte mejor a sus necesidades o que cuente con una mejor gestión. Si ése no es su caso, piense en alternativas: por ejemplo, si aún le quedan unos cuantos años para jubilarse (10, por lo menos), puede seguir nuestra cartera global u optar por fondos como el Metavalor global, que sigue la distribución de nuestra cartera. Mientras, nosotros seguiremos trabajando para que todos los regalos que reciba llenen su bolsillo de alegría, ahora y el futuro.