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¡Que viene Patrimonio!
hace 11 años - lunes, 26 de septiembre de 2011
¿Cómo afrontar la llegada inminente del Impuesto sobre el Patrimonio? Si lo tenía pensado, adelantar las donaciones podría resultar acertado.
El Sr. Conthe, expresidente de la CNMV, recordaba en su blog ( http://www.expansion.com/blogs/conthe ) cómo, no hace tantos años (a mediados del siglo XlX), el general estadounidense Sheridan afirmaba respecto a los nativos americanos que "el mejor indio es el que está muerto". Una política que, junto a Grant y Sherman, se esmeró en llevar a la práctica en la "pacificación" del oeste americano. Con esta cita, el Sr. Conthe invitaba a la reflexión a propósito de cómo ahora no son pocas las voces que se alzan en contra de la restitución del Impuesto sobre el Patrimonio sin aportar mayor argumento que “el único impuesto bueno es aquel que no existe”.
Desde nuestro punto de vista, parece evidente que aquel ciudadano que espera recibir algún tipo de servicio de la administración debería, en la misma medida, sentirse obligado a contribuir a su gasto – y según dice nuestra constitución en su art. 31 “de acuerdo con su capacidad económica mediante un sistema tributario justo inspirado en los principios de igualdad y progresividad que, en ningún caso, tendrá alcance confiscatorio” –.
Ahora bien, no es esta tribuna el lugar adecuado para defender o atacar la política tributaria del Gobierno de turno. Sí nos parece oportuno, una vez analizada la eliminación de la antigua exención en este impuesto (vea artículo), mostrar nuestro asombro respecto a lo efímero de la medida, que en el "mejor" de los casos no perdurará más allá de dos ejercicios – y eso, si el Gobierno entrante tras el 20-N lo mantiene – y criticar el hecho de que no afecte a todos los ciudadanos por igual independientemente de la comunidad autónoma de residencia. Así p.ej., los territorios forales no cuentan con este impuesto y en algunas comunidades como la madrileña, salvo que cambie su normativa actual, se benefician de una bonificación en la cuota del 100%, lo que en la práctica equivale a no pagar un euro.
Ante este panorama, el alboroto montado en torno a las propuestas que animan a crear sociedades familiares, contratar seguros de vida irrevocables o cambiar domicilios fiscales nos parece apresurado. En todo caso, sí puede merecer la pena, si usted ya lo tenía previsto, acelerar la transmisión del patrimonio familiar a sus herederos vía donaciones. Algo que además se puede “vender” como una bonita historia de amor al estilo de la Casa de Alba.