Uno de los primeros conceptos que debe asimilar un estudiante de económicas es la diferencia existente entre macroeconomía y microeconomía. La primera estudia los comportamientos colectivos en el ámbito de la economía y trata de explicar el porqué de la tasa de paro o por qué unos países crecen más y otros menos. La microeconomía, por su parte, estudia los comportamientos individuales de los “agentes” y se afana por desentrañar las razones que le llevan p.ej. a un consumidor a decidir qué parte de sus rentas destina al ahorro y cuál al gasto.
En el ámbito de la defensa del inversor, nos encontramos también con estas dos grandes áreas, en las que la OCU presenta continua batalla. En el ámbito “macro” se han dado pasos muy tímidos y aún queda mucho por avanzar: inversores castigados por la reciente crisis, el papel de la agencias calificadoras o el alambre sobre el que caminan muchos fondos de inversión al invertir una importante parte de sus carteras en productos derivados son buenos ejemplos de ello. En el ámbito “micro” es donde nuestros legisladores han desempeñado un mayor esfuerzo y han hecho suyas parte de nuestras reivindicaciones: el tratamiento diferenciado del pequeño inversor frente al mayorista en lo que se refiere a los trámites para su protección o, en el ámbito de fondos, la información a suministrar antes de la contratación, la publicación de valores liquidativos, los límites máximos en la tramitación de órdenes…
Una protección que en nuestra opinión no solo beneficia al pequeño inversor sino también a la propia industria de los fondos, al engrasar las relaciones entre unos y otros. Por ello nos sorprende que haya gestoras que se escuden en esta normativa para poner trabas al pequeño inversor. En esta minoría se podría encuadrar el Espírito Santo Gestión, gestora que al contratar uno de sus productos bien por Internet o por teléfono, envía por correo y obliga a sus clientes a devolver firmado el folleto informativo, procediendo a ejecutar la orden recibida de suscripción solo cuando tiene el documento físico en su poder. Algo que puede alargar el proceso de compra días y días, y pone al inversor en una situación de incertidumbre total en lo que respecta al valor al que finalmente comprará sus participaciones. Prácticas, a nuestro entender, inexcusables y que van en contra del pequeño inversor.