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Temblores y tembleques
hace 12 años - lunes, 28 de marzo de 2011El 11 de marzo de 2011 marcará un antes y un después en la historia de Japón. El suelo tembló como nunca y un devastador tsunami arrasó todo lo que encontró a su paso dejando tras de sí una estela de horror y sufrimiento: cerca de 30.000 víctimas entre fallecidos y desaparecidos, importantes infraestructuras destruidas, una producción energética bajo mínimos y buena parte de la industria nipona paralizada. En un mundo cada vez más globalizado, las consecuencias económicas no solo afectarán al país del sol naciente sino que serán muchos los sectores y empresas de todo el mundo afectados por la catástrofe (vea las consecuencias sobre el sector tecnológico y sobre el asegurador).
Ante tamaña devastación natural – el terremoto en Japón alcanzó un grado 9 en la escala Richter, liberando 1.000 veces más energía que en el de Haití – poco se puede hacer en materia de prevención, salvo alejarse lo más posible de una zona potencialmente peligrosa. Hay sin embargo otras “catástrofes” provocadas por la mano del hombre que ocasionan pérdidas económicas incluso mayores. Nos referimos por ejemplo a la locura del dinero fácil y el endeudamiento irresponsable, agravada por el uso imprudente de productos derivados. Un terremoto financiero cuyo epicentro se localizó hace más de tres años en EE UU y cuyas réplicas aún se sienten hoy en día por todo el globo.
Las últimas sacudidas las ha experimentado nuestro país vecino, Portugal. La dimisión de su primer ministro tras el rechazo del Parlamento luso a su plan de austeridad abre una profunda crisis política y económica. Este país, con los tipos de interés disparados, se asoma cada vez más al precipicio del rescate (vea artículo al respecto). En esta ocasión nuestro país se ha mantenido al margen del contagio, aunque las entidades financieras sí podrían resultar afectadas por su elevada exposición a la deuda soberana lusa. Eso sí, no todas por igual. Según nuestras estimaciones, el Popular y el Pastor podrían llevarse la peor parte, en función de la evolución de la crisis.
Y todo ello, aderezado con una nueva rebaja en la calificación crediticia por parte de Moody´s para la mayor parte de nuestros bancos y cajas (a excepción de Santander, BBVA y La Caixa). Algunas de estas entidades han salido muy mal paradas: la deuda del Pastor se considera como bono basura, de ahí que hayamos aumentado el riesgo asociado a esta acción. Aléjese lo más posible de este tipo de valores financieros.