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Año I después de Lehman
hace 13 años - lunes, 28 de septiembre de 2009Saben aquella historia de un hombre que compró una lata de sardinas por un euro, pero en lugar de comerse las sardinas pensó que si vendía la lata podría ganar algo con ella. Así lo hizo y afortunadamente encontró a un comprador que le pagó dos euros por ella.
El nuevo comprador sabedor de que su anterior propietario había doblado su capital gracias a las sardinas decidió hacer lo mismo y ponerla en venta por 4 euros. Los “entendidos” ya habían oído hablar de la famosa lata que había cuadruplicado su precio y se lanzaron a por ella como algo preciado.
La lata pasó así sucesivamente de unas manos a otras aumentando su precio. Ya nadie sabía lo que en realidad compraba pero todos estaban seguros de que suponía una ganancia segura.
Cuando alcanzó los 40 euros, su último comprador, intrigado por saber qué contenía esa maravillosa lata, se armó de un abrelatas y descubrió que… en su interior sólo había tres sardinas. Incrédulo y sin entender cómo le habían podido vender por 40 euros algo que de buena ley no debería haber pagado más de un euro fue a quejarse a su antiguo propietario, quien le respondió: “Pero cómo, ¿qué has abierto la lata? Pero si esas latas no son para abrirlas… son sólo para venderlas”.
Hace un año el supervisor estadounidense tomó su abrelatas y descubrió que en Lehman Brothers había sólo tres sardinas y además la mitad de ellas estaban rancias (vea artículo al respecto). Un terremoto sacudió entonces los mercados financieros tumbando muchos de los castillos de naipes construidos sobre lo que después se conoció como activos tóxicos (hasta ese momento, inversiones de primera calidad).
Hoy muchos de ellos no han salido aún a la luz y conforme venzan irán castigando las cuentas de resultados del sector. Otros castillos de naipes como los construidos en los mercados de derivados o el hipotecario, siguen en pie y nadie quiere - o se atreve – a coger el abrelatas.
Nosotros seguimos con serias dudas acerca de la fortaleza del sector financiero y de la validez de las medidas adoptadas. Por ello, no le recomendamos comprar a pesar de que sobre el papel algunas de estas entidades podrían considerarse baratas. Extreme la precaución.