Llega una mejora económica
La vacuna que eliminará la Covid como eje de nuestro día a día por fin ha llegado. Sin embargo, el impacto de la pandemia no se borrará en breve ni en nuestros corazones ni en nuestros bolsillos, y todavía queda bastante tiempo para que como sociedad recuperemos la normalidad. Pero, ¿cuánto podríamos tardar en este proceso? Y, ¿cómo debiera afectar ello a sus inversiones?
La pandemia seguirá presente y continuará dificultando la actividad, por lo que los primeros meses de 2021 prometen ser difíciles. Conforme se extienda el proceso de vacunación es previsible una paulatina normalización de nuestras vidas y de la actividad económica en su conjunto. Sería por tanto a partir del verano cuando las perspectivas mejorarían. Es una gran noticia para todos nosotros, y en particular para el sector de servicios, el más afectado por la pandemia, que podrá reanudar la actividad más cerca de lo normal.
• Dos factores empujarán a que en la segunda mitad del año 2021 la recuperación sea vigorosa. Primero, el elemento del PIB más castigado durante la pandemia fue el consumo ya que la mayoría de los hogares prefirieron ahorrar antes que gastar durante el confinamiento. La normalización de la situación sanitaria mejorará la confianza de los hogares y permitirá la circulación de estos ahorros acumulados impulsando la actividad económica. En segundo lugar, los bancos centrales seguirán proporcionando financiación barata y abundante dura-te mucho tiempo, de forma que la inversión (de empresas y hogares) no tenga excusas para despegar.
• Será un proceso que llevará su tiempo y que no se resolverá en unos meses, por lo que 2022 también será un año de recuperación para la economía mundial.
• La recuperación podría llegar con tasas de crecimiento sorprendentes. Y es que a la mejora real de la economía se sumará un efecto mecánico. Con sólo volver al mismo nivel de riqueza previo a la pandemia estaremos hablando de tasas de crecimiento muy por encima de la media de los últimos años. P.ej. para alcanzar España el mismo PIB que teníamos a cierre de 2019 (poco más de 1,24 billones de euros) equivaldría a un crecimiento cercano al 12%, algo que en un escenario razonable de recuperación debiera llevar al menos dos años y suponer por tanto unas buenas tasas de crecimiento que ronden el 6% anual simplemente para volver a donde estábamos (4% si la recuperación se alarga a 3 años).
La inflación debería mantenerse baja
Las opiniones están divididas sobre el regreso de la inflación. Frente a la importante deuda que deben afrontar la mayoría de las economías occidentales, un retorno a la inflación sería claramente una buena forma de reducir gradualmente la carga de la deuda. Se mantendría en términos nominales, pero, al valer menos ese dinero adeudado, se reduciría en términos reales. Y desde el punto de vista de la teoría económica, con la imprenta del dinero echando humo, argumentos técnicos no esca-sean para que acontezca un regreso de la inflación. En tal escenario, cuentas, depósitos y renta fija serían un ataúd de su riqueza. Por el contrario, oro, inmuebles y acciones podrían ser su salvavidas.
• Ahora bien, en nuestra opinión, un retorno de la inflación es poco probable. El desempleo ha aumentado considerablemente y no se absorberá por completo en el corto plazo. La tasa de utilización de la capacidad de producción es baja en términos históricos, lo que sugiere que nuestras economías pueden producir más sin sobrecalentarse. Y los consumidores se han acostumbrado al comercio electrónico, donde es fácil comparar precios. Además, si el repunte de la demanda durante 2021-2022 pro-mete ser fuerte, también pudiera ser de corta duración, desinflándose pocos trimestres después.
• Eso sí, en el segundo trimestre, cuando los precios se comparen con el periodo de confinamiento más estricto, es probable que veamos un repunte de la inflación. Algo que no debiera ser señal de alarma ya que, sin haber otras razones, creemos que no supondrá un aumento duradero de los precios al consumo, al menos en Europa. En Estados Unidos, con el nuevo escenario en el que una mayoría demócrata en el Senado pondrá Washington a las órdenes de Joe Biden, esperamos una ola de inversión pública que tire de la demanda, la inversión y también de la inflación.
Los bancos centrales sin tregua
Sin embargo, lo que es seguro es que, independientemente de la evolución de los precios, los principales bancos centrales continuarán recomprando bonos para mantener los tipos de interés muy bajos. Es más, tanto el BCE en Europa como la Fed en los EE.UU se han curado en salud anunciando que renunciaban a la ortodoxia de precios estando dispuestos a tolerar un periodo de inflación por encima de sus objetivos de forma temporal sin por ello cambiar su política acomodaticia
Entonces, ¿qué pasará con los tipos de interés? Es probable que aumenten un poco, especialmente en los Estados Unidos, donde, antes de la pandemia, la tasa de 10 años nunca había caído por debajo del 1,5% (cerró 2020 en el 0,9%). Pero los bancos centrales estarán aten-tos y harán todo lo posible para limitar dicha tendencia. Por tanto, no esperamos una subida fuerte y generalizada de los tipos de interés y, desde luego, no una normalización.
Petróleo: ¿un nuevo comienzo?
Con el regreso de la demanda, ¿deberíamos esperar un aumento de los precios del petróleo? En nuestra opinión, la respuesta es no. El precio actual fijado por la OPEP (Organización de Países Exportadores de Petróleo), permite que la mayoría de sus miembros se financie, mientras que se encuentra en un nivel lo suficientemente bajo como para evitar que la mayor parte de la producción de petróleo de esquisto de EE.UU. sea ren-table. Creemos que si aumenta la de-manda, los países de la OPEP harán todo lo posible para responder lo más rápido posible, evitando darle oxígeno al gigante estadounidense. En condiciones normales, por lo tanto, no anticipamos un aumento de los precios, a menos que surjan nuevas tensiones geopolíticas, particularmente en el Medio Oriente.
• Un nuevo modelo energético. El alza de las materias primas responde a las expectativas de despegue económico. Sin embargo, la economía del carbono está herida de muerte, por más que al petróleo le queden aún años por delante. Los inversores que quieran apostar por los ganadores de la transición energética deberán diversificar con un ETF especializado que bien pudiera ser la respuesta. Consulte nuestro comparador de fondos y ETF
Conclusiones y consejos
Los ahorradores deberán seguir conformándose con muy poco ya que la actuación de los bancos centrales tratará de mantener los tipos en mínimos. Olvídese por tanto de ver rendimientos jugosos en cuentas y depósitos. Consulte los mejores en nuestro comparador de depósitos
• Esperamos un mantenimiento de los tipos a largo en el medio plazo en torno a sus niveles actuales, aunque los esperados repuntes de inflación en primavera y la actuación de la Administración Biden en los EE.UU. hacen que sean más probables alzas en los tipos a largo plazo -que hagan caer el precio de las obligaciones- que nuevas bajadas. Subidas que en todo caso serían limitadas y lejos de la normalidad de tener unos tipos a largo en el entorno de 4% con una inflación en el del 2%.
• Gracias al extraordinario crecimiento que debiera marcar 2021-2022, estos años bien pudieran ser años de respiro para los inversores en acciones. Quienes aspiren a un rendimiento razonable deberán invertir, sí o sí, en Bolsa. Bien directamente en acciones, bien con fondos, bien dirigiendo su apuesta con ETF.
Las Bolsas: son expectativas
2021 debiera ser un año de recuperación económica y las Bolsas, que adelantan acontecimientos, empiezan el año al alza. Desde un punto de vista geográfico no es momento de estar fuera de la zona euro, del Reino Unido, Suiza, Suecia y Canadá, sin olvidar el picante de Japón, Corea del Sur, México y Rusia. La estadounidense, ya algo cara, sólo para aquellos más dinámicos.
Con rendimientos muy discretos, pero un entorno que no nos hace temer por subidas explosivas en los tipos de interés, seguimos invirtiendo en obligaciones europeas. Aprovechamos la fortaleza del euro para salir y diversificar con bonos estadounidenses, japoneses, noruegos, suecos y turcos.
Para limitar el riesgo asumido
No queda más respuesta que una sana diversificación, al estilo de la seguida por nuestras estrategias, de forma que los riesgos se diluyan. Elija la que mejor se adapte a su perfil