La pandemia agrava la crisis del sector del automóvil
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La pandemia dejará malherido a un sector en el que, pese a las medidas de emergencia de los fabricantes, el desplome de resultados es inevitable.
Un sector ya debilitado
La debilidad del mercado del automóvil era ya una realidad antes de que la pandemia del coronavirus golpease al Viejo continente. En los dos primeros meses del año, las ventas en Europa retrocedieron más de un 7% debido principalmente a la entrada en vigor de los nuevos límites máximos de emisión de CO2. La situación sanitaria actual le ha dado la puntilla: las principales plantas de producción en Europa han echado el cierre y los concesionarios empiezan a dar servicios con cuentagotas, por lo que el desplome de las ventas de automóviles es inevitable (en febrero, en circunstancias similares, las ventas del mercado chino cayeron casi un 80%). En el mejor de los casos, el conjunto del sector maneja unas estimaciones de recorte de ventas de al menos el 20% para el mercado europeo y de algo menos para los otros dos grandes mercados de la industria automovilística, China y EE. UU.
Medidas de emergencia
Los fabricantes, con la ayuda de los Estados, han reaccionado con medidas de emergencia: paros en las fábricas, aplazamiento de pagos e impuestos, líneas de crédito, congelación de inversiones no urgentes… El objetivo más inmediato es preservar el efectivo a corto plazo para fortalecer balances y administrar la liquidez con prudencia hasta que se vea más claramente la evolución de la pandemia, lo que ha llevado también a reducir o incluso eliminar los dividendos. A más largo plazo, los fabricantes ahondarán en los planes de ahorro adaptando su producción a la deprimida situación económica que se avecina. Situación que implicará el cierre de fábricas o de líneas de producción, como está ocurriendo con el posible traslado de las plantas de Renault o Nissan, presentes en nuestro país.
Impacto incierto
Desde principios de año la capitalización bursátil de los fabricantes europeos ha perdido en promedio más de casi el 30%. Los precios equivalen alrededor de 8 veces los beneficios esperados para 2020 frente a un promedio histórico de 12. Niveles que, en teoría, podrían justificar una compra. Pero, dada la incertidumbre sobre los resultados para los próximos dos años, creemos que es mejor esperar a que el sector muestre los primeros signos de recuperación antes de apresurarse a comprar ya que aún es difícil cuantificar los daños que la crisis sanitaria provocará a medio plazo en el sector.