La estrategia de ACS de intentar hacerse con el control de empresas líderes en sus negocios es una apuesta fuerte pero no exenta de riesgo ante la actual coyuntura económica. Pero de tener éxito, supondrá la creación de un auténtico gigante de las infraestructuras. Acción correcta. Mantenga.
Ante el parón del negocio constructor en nuestro país, ACS centró hace ya tiempo su estrategia en la diversificación en otros países y negocios a través de la compra de participaciones de empresas líderes.
En este camino ha dado un paso de gigante al cerrar con éxito la OPA (oferta de compra) lanzada sobre la constructora alemana Hochtief (ahora supera por poco el límite legal del 30%) y hacerse con más del 20% del capital de la eléctrica Iberdrola.
La intención de ACS es integrar a ambas participadas en sus cuentas y reforzar así la salud financiera de cara a facilitar su financiación.
No obstante, antes de ello, deberá demostrar un control efectivo o influencia en la toma de decisiones de ambas empresas (algo que por el momento no se produce en ninguna de ellas pese a ser el principal accionista de ambas).
Todo apunta pues a que ACS seguirá aumentando su participación en ambas compañías: hasta alcanzar el 50% en la alemana y el 25% en la eléctrica.
Ahora bien, el coste de estas adquisiciones aumentará su deuda, a no ser que siga vendiendo activos como el 10% que aún controla en Abertis o su negocio de energías renovables.
Cotización en el momento del análisis: 34,46 EUR