Las incertidumbres regulatorias
siguen penalizando al sector energético, aunque Enagás no debería verse muy
afectada. Acción correcta.
Poco afectada por la reforma tarifaria
Los ingresos de Enagás dependen del uso de sus instalaciones por parte de las distribuidoras y grandes consumidores de gas que pagan un peaje por el uso de las mismas. Estos precios están regulados por el Gobierno y, en estos momentos, todas las tarifas energéticas están en revisión. Pero las reformas afectarán poco a la compañía. Acción correcta. Mantenga.
La demanda de gas sigue sin recuperarse (+1,5% en el primer semestre) debido al parón de las centrales de ciclo combinado. Las restricciones financieras están provocando la salida de este negocio de otras compañías energéticas de tal forma que sólo las más especializadas (caso de Enagás) o algunos grupos financieros apuestan en estos momentos por invertir en el sector.
Enagás desarrolla su plan estratégico haciendo hincapié en los almacenamientos subterráneos (compra de Gaviota; desarrollo de Yecla) y las regasificadoras (Bahía de Bizkaia). La debilidad de la demanda ha frenado la inversión en nuevos gasoductos, salvo en los que permitirán mejorar las conexiones con Europa.
El buen control de los costes le ha permitido a Enagás incrementar sus beneficios en el segundo trimestre un 18% (hasta los 0,69 euros por acción) y creemos que seguirá así en el futuro, pese a lo complicado de la situación económica y el recorte de las inversiones de cara a los próximos años. Además, prevemos una atractiva rentabilidad por dividendo superior al 5,5% para este año.
Cotización en el momento del análisis: 14,39 EUR