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de lunes a viernes de 9:00 a 12:30 y de 13:00 a 16:00La gripe A o H1N1 parece haberse convertido en una mina de oro para las farmacéuticas, o al menos para aquellas compañías fabricantes de vacunas y antivirales. Pero el filón, además de temporal, no es la panacea para solucionar el principal problema del sector: la expiración de patentes.
Desde que en abril pasado fuera detectada en Méjico primero y luego en EEUU, la gripe A o H1N1 se ha ido extendiendo como un reguero de pólvora. Y es que si hay algo que caracteriza a esta gripe es su rápido contagio entre los seres humanos. De ahí que en junio, la Organización Mundial de la Salud (OMS) acabara calificándola de pandemia, haciendo un llamamiento a las farmacéuticas para que fabricaran rápidamente una vacuna que, desde ese mismo instante, los distintos gobiernos se apresuraron a solicitar.
Mina de oro… para unos pocos
Aunque las vacunas apenas representen entre el 2 y 3% de las ventas farmacéuticas mundiales, para los grandes grupos del sector, en plena carrera por encontrar nuevas fuentes de ingresos, este mercado, con unas tasas de crecimiento de dos dígitos, se ha convertido en una mina de oro. Además del filón que ya supone la “tradicional” gripe estacional, las amenazas bioterroristas o el temor a nuevas pandemias, las farmacéuticas han encontrado en enfermedades como el cáncer (Merck y GlaxoSmithKline comercializan ya una vacuna contra el cáncer de cuello de útero) o en las de tipo neurodegenerativo (p.ej. el Alzheimer) unas prometedoras fuentes de ingresos. Vacunas que, debido a su función preventiva, también están en el punto de mira de muchos gobiernos para un mejor control de sus gastos sanitarios. Un muy suculento mercado pero que sólo unos pocos privilegiados se reparten. Más del 90% del mismo está en manos de tan sólo 5 grandes grupos: GlaxoSmithKline, Merck, Sanofi-Aventis, Pfizer (vía Wyeth) y Novartis. Una concentración que obedece a las disuasorias barreras existentes para acceder al mismo: elevados costes fijos (investigación y producción), un proceso de fabricación muy puntero (a partir de organismos vivos), restricciones reglamentarias y estrictos controles sanitarios. Las vacunas se encuentran pues a salvo de los genéricos.
Tres grandes beneficiados
GlaxoSmithKline (comprar): además de haber multiplicado por 15 las ventas de su antiviral “Relenza” (que compite con el “Tamiflu” de Roche) en el tercer trimestre del año, el grupo británico ha recibido un pedido mundial de 440 millones de dosis de su vacuna adyuvante Pandemrix y otro de 7,6 millones de dosis de la no adyuvante (la que no requiere de otra complementaria a la primera vacuna) en EEUU (en donde espera unas ventas por valor de 1.700 millones de USD en el 4º trimestre). Y como guinda a todo ello, también fabrica máscaras de protección respiratoria.
El filón no es inagotable
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