EL GAS, ¿UNA NUEVA AMENAZA ENERGÉTICA?
Menos contaminante que los productos petroleros y con mayores reservas disponibles, el gas natural parece tener ante sí un futuro prometedor en una Europa deseosa de cumplir el protocolo de Kioto y de diversificar las fuentes de aprovisionamiento energético. Sin embargo, la reciente crisis ruso-ucraniana ha puesto en la picota la necesidad imperiosa de Europa de garantizarse su seguridad energética.
Un Mercado dominado por acuerdos bilaterales
En el origen del conflicto entre Gazprom - compañía que controla el gas ruso y los gasoductos con destino a Europa – y Ucrania, existe ante todo una disputa por el precio del gas. En efecto, el precio de la mayor parte del gas natural negociado en todo el mundo no viene marcado por el mercado, sino por acuerdos bilaterales entre países. Esto provoca enormes distorsiones en el precio de un país a otro. Mientras que en Alemania o en Francia se paga el gas ruso en torno a 230 USD por cada mil metros cúbicos (la medida de referencia en el caso del gas), los países bálticos lo pagan a unos 120 USD, Bielorrusia a 46 USD y Ucrania, hasta ahora, lo venía pagando a 50 USD. Las razones que explican esta enorme diferencia de precios residen en que, dado que el transporte de gas no es tarea fácil, los países por los que transitan los gasoductos y/o los que están más próximos a las fuentes de aprovisionamiento gozan de precios más bajos.
Desde el punto de vista de los costes de paso, las diferencias de precio son igualmente importantes. Gazprom paga a Ucrania cerca de dos veces más que el precio pagado a Bielorrusia. La compañía rusa obtiene un beneficio de 800 millones de euros al año con Bielorusia, mientras que con Ucrania la rentabilidad se alcanza a duras penas hasta ahora. Por tanto, la reclamación rusa a Ucrania de un precio más elevado hay que entenderla ante todo desde una cuestión comercial, aunque no cabe duda de que la estrategia política de los dos países juega un papel nada despreciable.
Mayores productores de gas natural en 2004
Aparte de primer productor mundial de gas natural, Rusia es asimismo el principal exportador a nivel mundial.
¿Un verdadero mercado europeo para el gas?
Una mayor transparencia en los precios debería pasar sin duda por la creación de un auténtico mercado para el gas natural. Pero por ahora los acuerdos bilaterales gozan de buena salud. Además, en principio estos acuerdos, que abarcan un periodo de varios años, deberían ofrecer al consumidor una alternativa energética a un precio más estable. Desafortunadamente no siempre es el caso. En efecto, los proveedores de gas suelen ligar los precios al consumo con los del petróleo, en perjuicio de la industria y de los hogares. Así, mientras que el gas a precio estable tendría que haber limitado en 2005 la subida del precio de la energía, el precio del gas ligado al del petróleo ha acentuado los efectos negativos de esta subida, sobre todo en la inflación europea.
Europa, una peligrosa dependencia
La crisis de principios de año entre Rusia y Ucrania ha puesto en evidencia la fuerte dependencia europea respecto al gas ruso. En su conjunto, la UE es el mayor importador de gas del mundo y Rusia le aporta cerca de una cuarta parte de sus necesidades de gas. Sin embargo, para países como Austria, Hungría, Polonia, Finlandia o los países bálticos, esta cifra es claramente superior. Esta dependencia plantea un doble peligro. Por un lado, están expuestos a cualquier problema de suministro. Por otro lado, sufren de lleno cualquier subida impuesta en origen. Para contrarrestar esta situación, algunos países abogan por un frente unido que aumente el poder negociador de la UE y le permita conseguir condiciones más interesantes. En efecto, la UE compra cerca del 90% del gas ruso y Rusia carece a su vez de destinos alternativos para su gas.
Diversificación y reservas
La crisis actual nos hace recordar la importancia de la diversificación de las fuentes de aprovisionamiento. A día de hoy, el Mar del Norte suministra un 60% del gas utilizado en Europa, muy por delante de Rusia (23%) y Argelia (10%). Dado que el Mar del Norte opera ya casi al 100% de su capacidad, el sentido común impone nuevas inversiones en el norte de África y en la Península Arábiga para garantizar la diversificación de los aprovisionamientos europeos.
Por otro lado, conviene revisar al alza la importancia de las reservas estratégicas en varios países. Mientras que Alemania (con 75 días de reservas) y Francia disponen de reservas importantes, las de Polonia no superan una semana de consumo, frente a las dos semanas del Reino Unido y ello a pesar de que el 40% de la electricidad británica proviene de centrales que funcionan con gas.
Por último, tampoco habría que olvidar la importancia de la investigación científica (energías renovables p.ej.) que a la larga podría jugar un papel destacado en el aprovisionamiento europeo en energía.
¿Y EL GAS A
PARTICULARES?
En España hay dos
grandes tipos de usuarios de gas:
– Los que no están sujetos
a tarifa regulada. Es el llamado mercado liberalizado en el que los usuarios y
los suministradores pactan precios y condiciones a precios libres de mercado.
Normalmente a este mercado acceden las grandes empresas. Las empresas
suministradoras suelen adquirir el gas a los productores (normalmente mediante
contratos a largo plazo).
–Los que sí están sujetos a
tarifa, entre los que se encuentran los particulares y el resto de las
compañías. En este caso, los precios del gas están fijados por el Gobierno que
realiza revisiones periódicas para actualizarlo. En este mercado, Enagás es la
encargada de gestionar el abastecimiento del gas natural a los clientes
finales.
Así pues, en la
factura del consumidor hay dos partes; el precio del gas y el de la
distribución. Ambas están reguladas por el Gobierno, pero cualquier problema de
abastecimiento o de subida de precios en el mercado acaba repercutiendo tarde o
temprano en la factura final del consumidor.
Y en España, ¿podría pasar algo similar?
Desde luego que sí, pero el problema no vendría en este caso de Rusia, sino del norte de África. Argelia es en efecto el primer proveedor de gas de nuestro país (46,6%), seguido de Nigeria (15,9%), Qatar (14,4%), Noruega (6,6%), Egipto (6,2%) y Omán (5,15%). Buena parte del fuerte incremento del consumo de gas en España hay que buscarlo en las nuevas centrales eléctricas que se construyen (que emplean gas natural como combustible para generar electricidad) y en la sequía (la falta de agua hace que este tipo de centrales funcionen más tiempo y, por tanto, consuman más gas).
La mayor parte del gas que se consume en España (alrededor del 60%) es gas licuado: gas que se enfría hasta convertirse en líquido. De esta manera se reduce considerablemente su volumen y se puede transportar en barcos especiales. El resto del gas (un 40% aproximadamente) proviene de dos gasoductos: el más importante procede de Argelia pasando por Marruecos y asegura cerca del 70% del suministro en nuestro país; el otro gasoducto nos conecta a Francia y recibimos el gas procedente principalmente de Noruega.
Precio del gas en España (línea gruesa; base 100) y de la media europea
Aunque los acuerdos bilaterales entre países son a varios años vista, la pujanza del petróleo ha encarecido el precio del gas natural en los diferentes mercados.
Por consiguiente, la dependencia que nuestro país tiene del gas del norte de África es notable, tanto desde el punto de vista del país proveedor (Argelia) como de las vicisitudes que sufre el propio suministro de gas (temporales en el Estrecho que impiden descargar a los buques cisterna que transportan el gas, averías en las instalaciones del gasoducto Magreb-Europa...).
Para solucionar en parte este problema de dependencia se está diseñando actualmente la construcción de un nuevo gasoducto que unirá directamente Argelia con España (a través de Almería) y que no pasará por Marruecos. De esta forma, se reducirá el riesgo de eventuales problemas en la cadena de suministro y se abriría una nueva vía de abastecimiento al resto de Europa. No obstante, España seguirá sufriendo el mismo problema de dependencia del país suministrador (Argelia).
Importaciones de gas ruso en Europa (en %)
Europa depende en gran parte del gas ruso. En cambio, Argelia es el mayor proveedor de gas a nuestro país.
Conclusión
Menos mediático que el petróleo, el gas natural juega sin embargo un papel esencial en nuestras economías y podría llegar a paliar la fuerte volatilidad de precios en el mercado del crudo. Pero para ello, Europa tendrá que levantar un auténtico mercado de la energía y del gas y garantizarse la diversificación de sus fuentes de energía. Un desafío de talla al que tendrá que hacer frente si quiere hacer de la seguridad energética una prioridad.
De cara al futuro y ante posibles situaciones de desabastecimiento de gas natural, como la provocada recientemente entre Rusia y Ucrania, los grandes beneficiarios sin duda serían los productores de gas y aquellas compañías propietarias o encargadas de gestionar las grandes infraestructuras de abastecimiento (gasoductos, plantas de regasificación, navieras especializadas en el transporte de gas licuado).
De las empresas españolas del sector, tanto Gas
Natural (acción incluida en nuestra cartera modelo) como Enagás
centran sus actividades en la distribución de gas, por lo que este tipo de
crisis energéticas pasan más desapercibidas para sus resultados. Conserve ambas
compañías.