Seamos claros: si eliges unas cuantas acciones al azar, guiándote solo por el instinto, entonces sí, estarías más cerca del juego de azar que de la inversión. Es verdad que tanto invertir como apostar implican riesgo y que puedes ganar o perder. Pero si inviertes con estrategia, información y una buena gestión del riesgo, invertir no es un simple azar: es la mejor forma de construir tu futuro y el de tu familia.

Análisis

La gran diferencia es que invertir se basa en información y estrategia.

• Invertir: investigas, analizas los resultados de las empresas, la economía y las tendencias del mercado antes de decidir.

• Apostar: decides por impulso y confías en la suerte.

Gestión del riesgo

Quien invierte reduce el riesgo diversificando en distintos activos. Así evita que un fallo puntual arruine todo su capital. En cambio, el jugador suele jugárselo todo a una sola carta.

• Invertir: diversificar para reducir riesgos.

• Apostar: todo o nada.

Horizonte temporal

Invertir requiere paciencia y visión a largo plazo. Históricamente, invertir de manera diversificada durante años suele dar resultados positivos. Apostar, en cambio, tiene un horizonte cortísimo: en un partido, una ruleta o una tragaperras sabes el resultado al instante.

Además, en el juego “la banca siempre gana”: cuanto más tiempo juegues, más probable es acabar perdiendo.

Eso sí, hay inversores que operan a corto plazo (como el day trading o el swing trading). Estas prácticas tienen más semejanzas con la especulación o incluso con el azar, y suelen estar reservadas a perfiles profesionales, no al pequeño ahorrador.

• Invertir: largo plazo y paciencia.

• Apostar: corto plazo, subidas y bajadas inmediatas.

Objetivo

Otra diferencia esencial es la finalidad:

• Invertir: hacer crecer tu patrimonio, preparar la jubilación o ahorrar para tus hijos.

• Apostar: buscar adrenalina, emoción y la esperanza de una ganancia rápida.