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OCU recomienda el uso de las tarjetas de pago virtuales para prevenir los fraudes

30 sep. 2025
  • Ofrecen una doble protección: la propia de la tarjeta (los datos bancarios) y la de dispositivo al que están asociados, normalmente el móvil.
  • Además, algunas entidades admiten varias tarjetas virtuales asociadas a una misma cuenta, lo que permite darles diferentes usos y, llegado el caso, bloquear alguna. Otra opción interesante son las de un solo uso.
  • Información ampliada sobre las tarjetas virtuales gratuitas y la acción colectiva de OCU para reclamar en caso de phishing.

La posibilidad de pagar con el móvil permite dejar la cartera con el dinero y la tarjeta en casa. Los propios bancos facilitan este uso, bien con la versión virtual de la tarjeta de pago tradicional, bien con tarjetas específicas, comercializadas directamente como virtuales. En un caso como en el otro su uso para pagos en comercios físicos requiere una aplicación digital instalada en el móvil (Google Wallet, Apple Pay, Samsung Pay…). Y en un caso como en el otro, el propio móvil funciona como una barrera de seguridad adicional, advierte la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU).

 

- Primero, porque, aunque el móvil se pierda, la tarjeta virtual no puede perderse ni robarse, con lo que el riesgo de fraude se reduce significativamente. Y es que para poder usarla haría falta un doble esfuerzo: desbloquear el móvil (con huella, reconocimiento facial, contraseña...); y, según el escenario y el importe de la compra, acceder al banco para autenticar la operación.

 

- Además, si la entidad bancaria permite disponer de varias tarjetas virtuales, el usuario puede darles diferentes usos: por ejemplo, reservar la tarjeta principal para hacer las compras habituales en comercios físicos o sacar dinero; y usar las secundarias para otras operaciones, como activar una suscripción y llegado el caso, bloquearla manteniendo las demás tarjetas operativas.

 

- Y si el emisor ofrece también tarjetas de un solo uso o desechables, el nivel de seguridad es aún más elevado, ya que la tarjeta queda automáticamente inutilizada tras su uso, con lo que poco podría aprovecharse un hacker que la hubiera clonado. Estas tarjetas pueden venir bien si el sitio en el que se va a comprar algo no da demasiada confianza.

 

Es más, tener una tarjeta virtual puede salir más barato que una tarjeta física. Muchas de ellas son gratuitas. Y algunas incluso permiten sacar dinero varias veces al mes sin comisiones desde cualquier cajero, tal y como ha podido comprobar OCU en su último estudio comparativo de tarjetas de débito virtuales. El único coste, de envío, es el que supone solicitar la versión tradicional, “de plástico”, que puede ser necesaria para poder pagar en ciertas circunstancias, como por ejemplo al alquilar un coche o para alojarse en un hotel, ya que son servicios que pueden requerir fianzas o cargos a posteriori; o para sacar dinero en algunos cajeros que todavía no disponen de lectores NFC para el móvil.

 

En cualquier caso, OCU recuerda que mantiene abierta su campaña contra el phishing. Y es que, si bien ley establece que cualquier pago no autorizado por el titular no correrá a cargo del usuario, aún hay entidades que hacen oídos sordos, culpando al consumidor de haber sido negligente.

 

Esta información ha sido elaborada por un equipo de abogados, economistas, estadísticos, ingenieros, profesionales de la salud y la alimentación, editores y diseñadores de OCU que, en colaboración con otras organizaciones europeas de consumidores y una red de laboratorios independientes, analizan desde 1975 los principales productos y servicios de consumo. Su trabajo se sustenta en los principios de ahorro, calidad, sostenibilidad y transparencia, pero sobre todo en la independencia que le proporcionan sus 180.000 socios activos.

 

 

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