Qué valoran las bolsas
Los resultados, para sorpresa de algunos, no han sido acogidos con inquietud por los mercados, sino con esperanza. En el caso británico la arrolladora victoria del Partido Laborista de Keir Starmer – con 412 escaños frente a los 121 del Partido Conservador de Rishi Sunak – fue celebrada por la Bolsa londinense con una subida del 0,4% y del 0,15% que se revalorizó la libra esterlina frente al euro. En el caso francés, el llamamiento al cordón sanitario contra la ultraderecha consiguió que el bloque de izquierdas obtuviera 182 escaños, el grupo de Macron 168 y que el partido de la ultraderechista Agrupación Nacional de Le Pen quedara relegado a la tercera posición con sólo 143 escaños. Un resultado electoral, que ha animado en los primeros compases a la bolsa parisina a escalar un 0,5%, registrando las mayores subidas en aquellas acciones que más habían caído antes; algo que también celebró la prima de riesgo gala, relajándose ligeramente.
¿Y cómo se entiende que ganando la izquierda la Bolsa suba? La acogida de los mercados a estos resultados tiene que ver con lo que valoran. Por un lado, en Francia se ha espantado el fantasma de un gobierno de mayoría populista, que fue lo que hizo tropezar al parqué parisino. La victoria de la izquierda por la mínima puede quedar en papel mojado ante la necesidad de recibir el apoyo del partido de Macron para sacar adelante cualquier reforma, que venga a “corregir” las actuaciones del equipo de Macron. De hecho, Francia parece abocada a un bloqueo parlamentario que la haga funcionar al ralentí en lo que a decisiones políticas de calado se refiere hasta las próximas elecciones presidenciales de 2027. En el caso británico, no es que los laboristas sean del total agrado de los mercados por el aumento de déficit que sus actuaciones pudieran traer, pero tampoco es que se les pueda calificar de antisistema. Abogan por subir impuestos a petroleras y energéticas, pero también traen un Plan de Prosperidad Verde con el que se crearían 650.000 empleos para 2030. Así, previsiblemente habrá distintos sectores que saldrán beneficiados.
Pero lo que los mercados saben de antemano es que, hubiese sido el que hubiese sido el partido ganador, el escenario al que se enfrentarían es el mismo: un crecimiento débil, con una economía estancada que para resucitar no hay más receta que hacer crecer el consumo, atraer inversiones o, de forma insuflada, aumentar el gasto público. Los dos primeros son del agrado de los mercados y parece que les ayudará la bajada de tipos. En cuanto al tercero, ya gusta menos a los mercados, pero en lo que afecta a nuestros vecinos del norte encontrarán el freno de la UE, a la cual no plantará mucha cara este gobierno sin fuerza.