Invertir en acciones: una decisión que requiere reflexión
Invertir en acciones puede ofrecer rentabilidades atractivas a largo plazo. Pero antes de lanzarte, conviene analizar bien tus objetivos, tu situación financiera, tu tolerancia al riesgo… y el nivel de implicación que estás dispuesto a asumir.
A diferencia de productos más conservadores, las acciones están sujetas a fuertes fluctuaciones. Su valor puede cambiar bruscamente, incluso sin aviso. Para aprovechar su potencial, se necesita tiempo, paciencia y cierta fortaleza emocional. Hazte las siguientes preguntas.
1. ¿Qué tolerancia al riesgo tienes?
Las acciones son de los activos más volátiles: pueden subir mucho… o caer con fuerza. Si te incomoda la idea de que tu cartera pierda un 10%, 20% o más en una crisis, quizá no sea el producto más adecuado para ti.
Además de la volatilidad, existe el riesgo de que una empresa obtenga malos resultados durante años o incluso quiebre. Ni siquiera un análisis riguroso garantiza el éxito. Muchas personas sienten aversión a las pérdidas: una caída del 10% les duele más que la alegría que produce una ganancia similar.
La mejor forma de mitigar riesgos es la diversificación: tener al menos una decena de acciones de distintos sectores y regiones, aunque lo ideal serían unas cuarenta. Esto no siempre es fácil para un particular, por lo que suele recomendarse comenzar con fondos o ETF de acciones, que permiten diversificar con bajo coste.
Y recuerda: invierte solo ese dinero del que puedas prescindir durante años. Aunque la pérdida total es poco probable si sigues unas reglas básicas, puede llevar tiempo recuperar una inversión.
2. ¿Cuál es tu horizonte temporal?
Las acciones están pensadas para el largo plazo. ¿Por qué? Porque a corto plazo los mercados son imprevisibles. Nadie sabe cómo reaccionará una acción mañana o la semana que viene. Incluso empresas sólidas pueden sufrir caídas puntuales por crisis económicas o eventos inesperados. Tener un horizonte largo te permite aguantar esas bajadas y esperar la recuperación.
Recomendamos un horizonte de al menos 10 años. No significa que no puedas vender antes, pero no deberías contar con ese dinero en el corto plazo.
También influye tu edad y situación personal: una persona de 48 años, con empleo estable y sin cargas, puede asumir más riesgo que alguien jubilado de 75 años con ingresos ajustados.
3. ¿Qué grado de implicación estás dispuesto a asumir?
Invertir en acciones requiere realizar un seguimiento. No necesitas estar conectado todo el día, pero sí estar informado: seguir noticias económicas, resultados empresariales, y detectar oportunidades. Si estás empezando, evita hacerlo solo. Infórmate bien, sigue medios fiables, y desconfía de promesas milagrosas o supuestos chollos.
Con algo de experiencia, puedes plantearte gestionar una cartera propia. Pero requiere tiempo: analizar empresas, seleccionar valores, hacer seguimiento… incluso una cartera de 5 a 10 acciones gestionada activamente puede llevarte varias horas semanales.
A tener en cuenta
Las acciones pueden ofrecer alta rentabilidad, pero también implican más riesgo.
Son adecuadas para el dinero que no vas a necesitar a corto plazo. Es aconsejable un horizonte de inversión de al menos 10 años
.Diversifica al máximo para reducir riesgos. Si vas a empezar ahora a invertir en acciones, puedes optar por hacerlo a través de fondos o ETF de accione
Invertir requiere dedicación. Si no puedes o no quieres implicarte, busca asesoramiento o invierte en productos donde otros gestionen tu dinero por ti.