Lección 3 : Inversión activa o pasiva: ¿qué estrategia es la adecuada para ti?
Inversión activa o pasiva, ¿cuál es mejor?
Inversión activa o pasiva, ¿cuál es mejor?
La elección correcta dependerá sobre todo de tu perfil, de tus conocimientos financieros, del tiempo que quieras dedicarle y de tu tolerancia al riesgo.
La inversión pasiva consiste en seguir un índice de mercado y replicarlo. El método más común es comprar periódicamente un ETF (fondo cotizado) que replique la evolución de un índice como el MSCI World o el S&P 500.
Es una estrategia muy valorada por su simplicidad y su eficacia a largo plazo: compras, mantienes y dejas que el tiempo haga su trabajo. Resulta especialmente adecuada para inversores principiantes o para quienes no desean dedicar demasiado tiempo a gestionar su cartera.
Ventajas principales:
Menos decisiones que tomar y, por tanto, menos riesgo de errores.
Menores costes: menos transacciones y comisiones muy bajas en los ETF.
Menos estrés: inviertes en una cesta diversificada de acciones que sigue la evolución del mercado.
En cambio, la inversión activa busca superar al mercado. Para ello seleccionas tú mismo las acciones, bonos u otros activos en los que invertir, basándote en tus propios análisis o en los de un profesional.
Es una estrategia exigente: requiere seguir la actualidad económica, leer informes de empresas, vigilar tendencias de mercado y tomar decisiones complejas. Puede resultar rentable en el corto plazo, pero también implica más riesgo y mayores costes.
Otra posibilidad es delegar en un gestor de fondos, aunque eso conlleva comisiones más altas… y los resultados no siempre superan al mercado.
Para la gran mayoría de los inversores particulares, la inversión pasiva es la opción óptima: es simple, accesible, diversificada y eficaz a largo plazo. Ofrece una excelente relación entre rentabilidad potencial y tranquilidad.
Eso no significa que debas descartar la inversión activa. Puedes destinar una pequeña parte de tu cartera a inversiones más dinámicas, manteniendo siempre una base sólida en ETF pasivos. A este enfoque combinado se le llama estrategia mixta, muy utilizada por inversores con más experiencia.
Diversos estudios demuestran que incluso los profesionales tienen dificultades para batir de forma sostenida al mercado. La gestión activa puede parecer prometedora, pero exige una implicación considerable… para un resultado a menudo incierto.
La inversión pasiva consiste en seguir un índice (como el MSCI World) a través de ETF: es simple, de bajo coste y eficaz a largo plazo.
La inversión activa busca batir al mercado mediante decisiones individuales: es más arriesgada, más compleja y más cara.
Ni siquiera los gestores profesionales logran siempre superar al mercado.
Para la mayoría de los inversores, la pasiva es el mejor punto de partida. La activa puede complementar, siempre que sepas lo que haces.