¿Qué es una inversión “segura”?
Teniendo en cuenta las circunstancias de cada momento así como el perfil de cada inversor, a grandes rasgos podríamos equiparar el término “seguridad” con la garantía de recuperar, al menos, lo invertido. Es decir, evitar las pérdidas. Y aquí entran en juego dos cuestiones clave: en qué invierte y a través de quién.
• Con la primera ponemos el foco en todos los riesgos (de mercado, de interés, de tipo de cambio, de crédito…) inherentes a la naturaleza de la propia inversión (acciones, obligaciones…) que repercuten directamente en los altibajos que pueda sufrir en su valor, en los rendimientos que ofrece y en el dinero a recuperar a su vencimiento. Con la segunda ponderamos la seguridad (o no) de los intermediarios y entidades a través de los que canaliza sus inversiones, así como las coberturas que podrían ampararle si éstos no resultaran ser tan fiables como debieran.
• Combinando todos estos ingredientes podemos formular en grandes líneas una escala de seguridad o riesgo con los principales productos financieros a su alcance .
Deuda pública: alta seguridad
Entre las inversiones más seguras está la deuda pública: la que emite cada Estado para financiarse, quien garantiza el pago de los intereses y la recuperación de las cantidades invertidas a su vencimiento.
• Ahora bien, no todas las obligaciones gubernamentales están en el mismo saco. Cierto es que el Estado que las emite tiene su importancia (el español, p.ej., no nos genera dudas), pero también la duración de estos títulos. El precio de las obligaciones se mueve de forma inversa a la evolución de los tipos de interés, y las más alejadas en su ven-cimiento son las más sensibles a estas variaciones. De ahí que en caso de necesitar el dinero y tener que acudir al mercado a vender los títulos antes de su vencimiento podría tener que hacerlo con pérdidas. Razón por la que las de más corto plazo, que son las que menos variaciones sufren, sean las más seguras. A cambio, eso sí, de un menor rendimiento.
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Depósitos a plazo, tranquilidad
Con los depósitos también se asegura de antemano un rendimiento fijo a un determinado plazo. En este caso es el banco quien se compromete a reembolsarle su dinero (lo
invertido más los intereses pactados) siempre que su capacidad financiera (solvencia) lo permita.
• Aquí es donde radica el mayor riesgo de este producto. Pero queda muy mitigado por la garantía ofrecida por el FGD (Fondo de Garantía de Depósitos), que le cubriría con hasta 100.000 euros por titular ante el impago de su banco. Ojo, aquí se incluyen todos los depósitos dinerarios que tenga en una misma entidad, es decir, tanto los depósitos a plazo como las cuentas a la vista.
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Seguros de ahorro, seguros pero...
Los seguros de ahorro vienen a ser para las aseguradoras como los depósitos para los bancos. Pero hay pequeñas diferencias que conviene tener en cuenta y que conllevan una menor seguridad en este producto.
• Al contrario de lo que sucede con los depósitos, que de cancelarlos antes de tiempo solo suelen perderse los intereses generados hasta entonces, con los seguros sí podría recuperar menos dinero del invertido si lo rescatara antes. Además, de los seguros solo responde la solvencia de la aseguradora, y no hay fondo de garantía que la respalde si esta no pudiera hacerlo.
Deuda privada: mayor riesgo
El rendimiento de una obligación está inversamente relacionado con la solvencia de su emisor. Por ello, la deuda emitida por las empresas privadas de un país, al tener un mayor riesgo de impago que la emitida por ese mismo Estado, se remunera a un tipo de interés mayor. En otras palabras, la seguridad de la deuda privada o corporativa dependerá de la solvencia del emisor. Y como la variedad de emisores es enorme, son muchas las obligaciones de este tipo que conviven entre sí. Razón por la que, dentro de la deuda corporativa, hay una categoría específica para aquellos títulos emitidos por las entidades menos solventes, la deuda high yield o de alto rendimiento que, a cambio de un mayor riesgo, ofrece más rentabilidad.
Fondos (y planes): riesgo dispar
Cada fondo de inversión (o plan de pensiones) conlleva un riesgo, entendido como el grado de incertidumbre en cuanto al valor que tendrá dicho fondo (o plan) en el futuro. Es decir, de la mayor o menor claridad con la que puede preverse su rentabilidad. En un fondo con riesgo bajo su valor liquidativo a lo largo del tiempo evidenciará una evolución bastante regular, y será “relativamente” fácil predecir su evolución futura. Justo lo contrario que en un fondo con riesgo alto, con fuertes movimientos al alza o a la baja. Y son las inversiones que componen la cartera de un fondo las que determinarán un riesgo u otro.
• En grandes líneas, los fondos monetarios son los más seguros. Detrás, los fondos de obligaciones, más sensibles a las variaciones de tipos. Y en tercer lugar, los fondos de acciones, los más arriesgados. Pero hay muchos matices: no es lo mismo un fondo monetario en euros que en otra divisa, donde se añade el riesgo del tipo de cambio. Tampoco son iguales los fondos de obligaciones soberanas que las corporativas o las high yield, o los fondos de acciones japonesas, menos volátiles, que los de minas de oro o mercados emergentes... Asimismo, las circunstancias de los mercados y la coyuntura económica influyen considerablemente en el riesgo de los fondos, con lo que su volatilidad puede dispararse en épocas de especial incertidumbre, como la actual.
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Acciones: alto voltaje
Cuando un inversor compra acciones no conoce de antemano el resultado de su inversión. No tendrá certeza alguna de cómo evolucionará su precio en bolsa, con lo que no sabrá cuánto ganará o incluso si perderá con ellas. Conllevan un mayor riesgo, pero, a cambio, ofrecen la posibilidad de obtener una mayor rentabilidad.
• Los altibajos en el valor de su inversión se explican en parte por el denominado riesgo de mercado, que afecta a todas las inversiones de ese mercado en su conjunto: para las acciones españolas p.ej., el derivado de un deterioro económico en nuestro país. Ahora bien, una determinada acción puede subir o bajar más o menos que el mercado en el que esté, pudiendo incluso mostrar movimientos en sentido contrario. Ello depende del riesgo específico de cada acción, vinculado a las características propias de cada compañía (negocio, perspectivas…). Algo que tenemos muy en cuenta a la hora de valorar y designar los consejos a cada una de las acciones de nuestra selección.
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Derivados: ¡aléjese de ellos!
Nosotros, tal y como le hemos advertido en numerosas ocasiones -vea nuestra sección Inversiones arriesgadas, creemos que los productos derivados son nefastos para el inversor. Pueden hacerle perder mucho más dinero del invertido y sus precios, además de sufrir fuertes altibajos, son difícilmente explicables. Por si fuera poco, el de los derivados es uno de los mercados menos regulados y, para más inri, son instrumentos que, pese a estar vinculados a inversiones reales (acciones, obligaciones, materias primas...), no están respaldados por ellas. Es decir, en el supuesto de que la entidad financiera con la que se contrata el derivado incumpla sus obligaciones al vencimiento, la operación se saldaría con cuantiosas pérdidas. Es el conocido como riesgo de contraparte. Para reducirlo, normalmente existen unas garantías… que tampoco solucionan el problema pues su calidad y liquidez son bastante cuestionables. Similar opinión nos merecen los CFD, warrants o los negocios piramidales tan nefastos en el pasado. Aléjese también de los chiringuitos financieros, que operan sin autorización y control alguno y de los que en numerosas ocasiones nosotros le advertimos de ellos, aconsejándole que se mantenga alejado de sus cantos de sirena. Consulte nuestra sección El fraude y sus derechos