Unas pautas en función del ciclo vital de cada uno
Las reglas que rigen toda inversión no suelen depender de la edad de quien las emprende. Ahora bien, ni todas las in-versiones tienen el mismo horizonte de maduración, ni las necesidades de quien las aborda - por la simple evolución del ciclo vital- son comunes. De ahí que las pautas para invertir pueden tener sus peculiaridades en función de en qué momento de ese ciclo vital se encuentre cada uno. Algo que creemos puede entenderse mejor si lo explicamos con algunos ejemplos en torno a las personas con menos de 40 años que abordamos a continuación, las de entre 40 y 50, aquellas de entre 50 a 60 y las que sobrepasan esta edad. Empecemos nuestro periplo.
Cómo invertir hasta los 40 años
Es usted joven, se graduó no hace mucho y ha tenido sus primeras experiencias en el mundo laboral con las que ha podido generar unos ahorrillos, y quizás, todavía vive con su familia.
¿Se siente retratado? No importa mucho, nuestros consejos le serán válidos si está en este grupo de edad en el que aún le quedan muchos años de trabajo por delante. Sus ingresos no son muy altos y no sería raro que su familia aún le ayude con los gastos o incluso le acoja en su domicilio.
El problema en este grupo es obvio. Existe una disparidad entre las necesidades de capital, que generalmente son altas, y los ingresos percibidos, que generalmente son bajos. Eso sí, aunque la capacidad de ahorro no sea jugosa y el cuerpo pida más gastar que guardar, debe tenerse en cuenta que cualquier euro que ahorre va a ser importante. Y es que ese dinero que se invierte antes de los 40 puede ser el más fructífero de toda su vida, aunque solo sea por una cuestión temporal. Gracias a la “magia” financiera del interés compuesto, los rendimientos se irán generando sobre el capital aportado, pero con el paso de los años también sobre los rendimientos acumulados que los vayan engordando.
• Incluso una suma pequeña ahorrada cada mes puede llevar a conseguir una suma sustancial. A partir de los 25 años, con sólo ahorrar 50 euros al mes hasta los 65 años esas 480 cuotas mensuales que suponen 24.000 euros ahorrados (480 x 50) se pueden transformar en un capital final que ronde los 100.000 euros, invirtiendo p.ej. en acciones con un rendimiento promedio del 6% anual.
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Invierta con mínimos asequibles
Un joven trabajador con toda una vida por delante dispone de un horizonte temporal lo suficientemente amplio como para mitigar el riesgo, por lo que es una edad muy adecuada para invertir en acciones porque requieren un horizonte temporal muy largo.
• Su mayor limitación puede venir de la mano de los montantes mínimos exigibles para abordar algunas de estas inversiones. Por ejemplo, aquellos que pueden ahorrar solo 50 euros al mes difícilmente podrán comprar obligaciones del Tesoro cuyo montante mínimo es de 1.000 euros por título, o será muy gravoso comprar acciones directamente debido a los mínimos en las comisiones aplicadas por compra. Esto no debe actuar como freno a poner a trabajar ese dinero, ya que la inversión puede abordarse a través de fondos de inversión. Con un fondo de inversión, una vez realizada la primera aportación con el mínimo exigido, las cuantías a aportar posteriores no suelen tener mínimo. Un producto que también puede encajar en este colectivo por permitir pequeñas aportaciones mensuales es el de los seguros de ahorro del tipo unit linked, eso sí, siempre que sus gastos no sean muy gravosos y las inversiones que aborde interesantes como es el caso del Plan Ahorro Seguro (cartera dinámica) de CASER (915 909 662), o incluso algún Robo Advisor de los que no han ofrecido malos resultados en el pasado
Olvídese de los planes de pensiones
Aunque esta edad sea un buen momento para empezar a ahorrar para la jubilación, hágalo mejor p.ej. con varios fondos de inversión. Hacerlo a través de planes de pensiones implica que no podrá recuperar el dinero cuando quiera, al menos durante 10 años. No es buena idea inmovilizar el dinero desde una edad en la que la vida puede deparar grandes sorpresas. Por otro lado, la ventaja fiscal de las aportaciones no es muy jugosa cuando hablamos de salarios discretos que no supone ahorrar tipos impositivos elevados como es habitual a estas edades y, sin embargo, al recuperarlo -al ser considerado por el Fisco como un rendimiento del trabajo- podría acabar pagando más impuestos de los que se ahorre.
Comprar una casa, depende
Comprar una casa como residencia se ha considerado tradicionalmente como una inversión cuyo rendimiento implícito es el alquiler que se está dejando de pagar y que cuenta con un valor final monetizable con una venta. Hablamos obviamente de la primera vivienda, máxime si puede acogerse a alguna ayuda local o autonómica. Ahora bien, una casa -siendo una importante reserva de valor, cuyo coste de entrada ronda el 10% del valor de la inversión (impuestos, notario, registro)- es al mismo tiempo un activo ilíquido que ni tiene garantía de aumento de precio, ni es equiparable al de una inversión financiera. Algo que puede aprender traumáticamente si se ve obligado a desprenderse de ella, ateniéndose al precio de mercado, o necesita echar mano sólo de una parte de sus ahorros y sólo dispone de la vivienda en la que vive. Razones por las que no debiera entender esta inversión como sustituta de sus inversiones financieras. En las primeras etapas de independencia no suele ser buena idea saltar desde el domicilio familiar a una vivienda en propiedad, sobre todo si ello le supone endeudarse a muy largo plazo con una hipoteca. Más información sobre inmuebles en OCU Fincas y Casas
Y si trabaja por cuenta propia
A esta edad el dinero se gana principalmente trabajando (al menos hasta que se hereda de los padres). Su principal riqueza es la mano de obra y la capacidad de ahorro está ligada a las condiciones de salud. Si usted es trabajador por cuenta ajena, en caso de enfermedad o invalidez, puede contar con las coberturas de la Seguridad Social. Si usted es autónomo y sus cuotas a la Seguridad Social no son muy elevadas, las coberturas públicas pueden quedarse escasas por lo que, en tal caso, una póliza de seguro privado de enfermedad que le permita mantener su nivel de vida en caso de incapacidad laboral o invalidez puede ser aconsejable. Por cierto, cuanto más joven se es, más baratas son las pólizas a pagar.