Lección 4 : Cómo construir una cartera con ETF

Cómo construir una cartera con etf.
Cómo construir una cartera con etf.
Antes de elegir los ETF concretos, debes determinar la distribución de tu cartera entre las principales clases de activos:
Acciones: ofrecen un buen potencial de rentabilidad a largo plazo, aunque con mayor volatilidad.
Bonos: aportan estabilidad y ayudan a limitar las pérdidas en periodos de turbulencias.
Otros activos (opcional): materias primas, inmobiliario, liquidez… según tus preferencias o convicciones.
Una regla clásica para un inversor moderado es la distribución 60/40: un 60% en acciones y un 40% en bonos. No obstante, no es una norma rígida:
Un inversor más prudente podría optar por 30/70.
Un inversor más dinámico podría elegir 80/20.
Una vez decidida la asignación, puedes aplicar la estrategia núcleo/satélites para componer tu cartera:
El núcleo (core): la base sólida, formada normalmente por uno o dos ETF muy diversificados, como por ejemplo un ETF MSCI World o un All Country World Index (ACWI). Ofrecen una amplia exposición mundial a bajo coste.
Los satélites: posiciones más específicas, elegidas en función de tus convicciones o temáticas favoritas (por ejemplo, ETF sobre tecnología, transición energética, mercados emergentes o empresas con altos dividendos). Suelen representar entre un 10% y un 25% de la cartera.
Este enfoque combina diversificación, estabilidad y personalización.
Un ejemplo sencillo y realista, pensado para un inversor con horizonte de largo plazo:
Cartera 60% acciones / 40% bonos
50%: ETF MSCI World (acciones mundiales)
30%: ETF global de bonos
10%: ETF de mercados emergentes (acciones de países emergentes)
10%: ETF de bonos corporativos en euros
Variante simplificada:
60%: ETF MSCI World
40%: ETF global de bonos
El objetivo es construir una cartera clara, de bajo coste, diversificada y que pueda reequilibrarse fácilmente con el tiempo.
⚠️ Importante: la distribución anterior es solo un ejemplo. La diversificación de tu cartera debe ajustarse siempre a tu perfil de riesgo y objetivos personales.
Una buena cartera de ETF se basa en una asignación estratégica adaptada a tu perfil.
El enfoque núcleo + satélites permite combinar diversificación y personalización.
Puedes empezar con solo dos a cuatro ETF.
Es fundamental reequilibrar periódicamente la cartera para mantenerla alineada con tus objetivos.
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